domingo, 26 de abril de 2009

Bachata nació a finales del siglo XIX


Euri Cabral - 4/26/2009
Santo Domingo.- El merengue y la bachata han tenido un desarrollo histórico muy parecido. Se iniciaron como ritmos populares, salidos de los sectores marginados del poder y de la sociedad, se fueron imponiendo en el gusto de toda la población después de haber vivido difíciles situaciones. Se les llamó música vulgar, de gente sin clase, de marginados sociales, de gente de baja ralea, pero en su desarrollo lograron imponerse y convertirse en símbolos importantes de la dominicanidad en el mundo.

“Ese largo, tortuoso, pero fructífero proceso del merengue y la bachata es que están analizados de manera amplia en el libro que hoy entrego a todos ustedes y a la sociedad dominicana. Sin embargo, entre todos los aspectos tratados en el libro “El merengue y la bachata: orígenes, etapas y líderes”, existen dos, uno de la bachata y otro del merengue, que entiendo necesario destacar de manera importante. En cuanto a la bachata, desarrollo una tesis sobre sus orígenes, que estoy seguro que va a crear serias y profundas discusiones debido a que rompe con la visión de todas las teorías y los investigadores musicales que han abordado esa temática.

Como el merengue, la bachata es un ritmo cuyos orígenes no están definidos. Ningún investigador se atreve a afirmar a ciencia cierta cuándo surgió la bachata en tanto género musical y danza.

Lo que sí parece estar claro es que desde antes de convertirse propiamente en un ritmo, se denominaba bachata a una reunión social de los sectores marginales, donde se cantaba y bailaba, sobre todo boleros, guarachas y son, se bebía mucho y se desfogaban los sentimientos y las pasiones humanas.

En el libro muestro documentalmente que existen pruebas de esa afirmación. El escritor dominicano Federico García Godoy escribió una novela en 1912, llamada “Guanuma”, donde al aludir la situación de inestabilidad sociopolítica que vivía el país, refiere que “el revolucionario de los tiempos de Concho Primo inconsciente, por lo general, va a la guerra, a la matanza, como si fuera a una bachata”.

Asimismo, Emilio Rodríguez Demorizi, al reproducir un informe del año 1922 del pueblo de Sabaneta, ubicado en la Línea Noroeste, dice que el hombre encuentra en ese lugar “todo lo que puede halagar sus vicios y apetitos mal contenidos: pelea de gallos, golosinas y ron; pero lo que más le encanta y atrae es la fiesta (si es de acordeón) o la bachata si es de guitarras y cantos y boleros...”.

Por otro lado, el investigador Julio Arzeno afirma en 1927 que la bachata es un animado jolgorio, es decir momento de alegría, en los que quien funge de trovador popular o cantante principal se convierte en “rey y comentarista de todo suceso empleando para ello el repentizado bolero”.

MERENGUE Y BACHATA Y SUS CARACTERÍSTICAS
Postura.
El escritor y poeta Ramón Emilio Jiménez, en un trabajo publicado en 1955, precisa esas diferencias de la manera siguiente: El baile Era aquella celebración realizada en salones de lujo, propiciados por los mas altos niveles de la sociedad, en la cual se ejecutaban y bailaban las danzas selectas de esa época.

Las fiestas

Eran las celebraciones con tambora, gu¨ira y acordeón, o sea, donde la música predominante era el merengue, el zapateo, y otros ritmos folklóricos similares y latentes en la sociedad de entonces.

Las bachatas
Estas eran específicamente las celebraciones que se hacían con guitarras, bongó, palitos o cucharas, y otros instrumentos afines, y donde se bailaba predominantemente boleros y guarachas.

Partiendo de las documentaciones anteriores podemos concluir que ciertamente la bachata en tanto fenómeno social festivo fue anterior a su conformación como ritmo propiamente dicho. Ahora bien, como la conformación de todo ritmo es un proceso social y musical complejo, dilatado y multicausal, debemos entender que desde los inicios de la bachata como reunión social, donde música, baile y canto se entremezclaban entre sí con características propias, ya se estaba dando conformación a lo que posteriormente asumiría una identidad musical y rítmica propia.

Antes de que se introdujera el acordeón, es decir hasta la década de los años 70 del siglo XIX, el merengue se interpretaba con guitarra, tambora y gu¨ira. Las guitarras, instrumentos de cuerdas que tienen una gran capacidad de armonías, le daban a este merengue de la etapa primaria, un sabor especial y más romántico, tierno, armonioso y hasta nostálgico.

El acordeón, tal y como vimos en el acápite anterior, tenía menos posibilidades armónicas que la guitarra y por tanto lo que hacía era estancar el desarrollo musical de ese ritmo. Sin embargo, el acordeón era más sonoro, más gangoso, más bullangero, al ejecutarlo da más espíritu para bailar y por eso, de manera creciente desplazó a la guitarra y se impuso en los grupos que amenizaban las fiestas tocando merengues para que se bailara hasta el cansancio. Otro elemento que ayudó a este proceso es que para tocar el acordeón no es necesario ser músico, ya que solo tiene dos tonos, mientras que para tocar guitarra se debe tener mínimos conocimientos de música, o por lo menos ser mucho más diestro para aprender a tocarla.

Ese proceso de desplazamiento no se produjo de un día para otro. Fue un proceso que de seguro se llevó varios años o décadas, pues ya mencionamos el hecho de que para evitar el auge del acordeón se quiso imponer incluso un impuesto a su importación.

Además, en ese entonces la sociedad dominicana era un territorio básicamente rural impregnado de situaciones de inestabilidad política y social. Podemos afirmar entonces que, fruto de esa realidad descrita, durante dicho proceso coexistieron por un tiempo los grupos que tocaban con el nuevo instrumento (acordeón) y los que no lo habían adquirido todavía y seguían tocando con guitarras.

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