jueves, 12 de marzo de 2009

Prensa & Artes Por Humberto Olivieras

La fallecida actriz Audrey Hepburn fue catalogada mediante una encuesta en Europa, como la más bella de toda la historia del cine. De acuerdo. Pero a partir de ahora se puede afirmar que esa categoría le corresponde a Penélope Cruz. La belleza de esta española no ha sido ponderada suficientemente todavía. Con y sin Óscar.

Después de la primera etapa del cine mexicano, rememorada como de ´oro´, (por ahí, hasta la década del 60), entonces vino la del ´polvo´, un derrumbe de la inteligencia, el buen gusto, sentido común y, por supuesto, de la calidad. Se filmó básicamente para las masas ignaras de la población, con Antonio Aguilar, sus gallos y sus caballos (unas 30 películas); los hermanos Almada, El Piporro González y de algunos charros y cantantuchos que podían disponer de tres mil o cinco mil dólares.

Empero curiosamente durante este vacío surgieron buenos actores, como Julio Alemán, Joaquín Cordero y un par más, pero sus talentos se esfumaron en la vacuidad. Posteriormente Cordero resurgió gracias a las telenovelas. Alemán se volvió una sombra.

Actualmente han sacado la cara –muy lavada, por cierto- figuras como Diego Luna, Gael García Bernal, Alfonso Arau, Alejandro González, Guillermo del Toro y otros.

El cine de España estuvo envuelto en una nebulosa teatral y filosófica desde sus inicios, hasta hace unos cuantos años. Siempre se derritieron por la cinematografía internacional, la del resto de Europa y norteamericana, pero se mantenían atollados con simbolismos y tediosas escenas coloquiales. Producían para el segmento intelectual, de esnobistas y tres o cinco ´críticos´ que llenaran de ditirambos las obras. Franco y la Iglesia jodieron a todo el mundo.

También lo poquísimo que se ha hecho hasta ahora en los demás países de América Latina, fuera de México, ha respondido a la misma motivación de España: lucubraciones y un apego fuerte a las técnicas teatrales.

Pero en los tres escenarios mencionados ha estado ocurriendo un redescubrimiento de cómo se debe contar una historia cinematográficamente, y además que dichas historias para ser entretenidas y de buen contenido, no tienen que ser envueltas en libretos intrincados.

En la República Dominicana se han grabado unas diez películas. Con tres de ellas se puede pedir ´excusas´. Las demás pertenecen al mundo de los ´temerarios y graciosos´ Sin embargo ya en este país se esta hablando de hacer ¡un festival del cine dominicano! ¡Qué bravos somos!

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